No suelo opinar sobre todo lo que leo. En realidad lo hago únicamente de lo que me gusta, y eso es lo que ha ocurrido con la primera novela de Miguel Ángel Rodríguez, que me ha hecho pasar varias buenas tardes de lectura. Cargada de ironía, nos presenta una hipotética Mallorca independiente, convulsa por un escándalo de corrupción que implica al presidente del ficticio Partido Capitalista Balear. La noticia hace que sea menos visible la aparición de un asesino en serie que está asesinando, con una frecuencia precisa, a determinadas personas. El comisario Palomino, que había tomado la decisión de jubilarse, aplazará la misma para hacerse cargo de la investigación.
El autor, además de plantear una trama que te engancha rápidamente, utiliza el humor como un recurso bien calibrado a lo largo de la novela. El final, como debe ser, inesperado.